Subida al Popocatépetl

El ascenso al Popocatépetl por parte del conquistador Diego de Ordaz es una historia fascinante que combina el espíritu aventurero con la rica historia prehispánica. En el contexto de la época, el Popocatépetl, una imponente montaña venerada y temida por los pueblos indígenas, representaba un reto monumental.

Los antiguos habitantes de la región consideraban que la montaña era la morada de deidades poderosas, lo que hacía que su ascensión fuera vista como un acto de gran audacia y desafío a lo desconocido. En esta narrativa, exploraremos la valiente expedición de Ordaz, los personajes históricos que lo acompañaron y el impacto de su hazaña en la percepción de la montaña y la conquista de México. Prepárate para un viaje lleno de emoción, historia y aventura.

Diego de Ordaz: El Conquistador Aventurero

Diego de Ordaz fue uno de los capitanes más destacados en la expedición de Hernán Cortés durante la conquista de México. Llegó a las Américas muy joven y participó en varias expediciones importantes antes de unirse a la de Cortés. Este espíritu aventurero lo llevó a proponer la ascensión al Popocatépetl, una montaña que los indígenas consideraban sagrada y peligrosa.

Con autorización de Cortés, Ordaz y su pequeño grupo de soldados iniciaron la arriesgada expedición. A pesar de las advertencias de los tlaxcaltecas sobre los peligros mortales que los dioses de la montaña representarían, Diego de Ordaz persistió. Enfrentaron erupciones de ceniza y lava, pero finalmente lograron alcanzar la boca del volcán. Esta hazaña no solo desmitificó la montaña, sino que también fortaleció la percepción de los conquistadores como seres casi divinos entre los pueblos indígenas.

Contexto Histórico de la Expedición

La expedición de Diego de Ordaz al Popocatépetl se enmarca dentro de la primera fase de la conquista de México, antes de la entrada de los españoles a Tenochtitlán. Hernán Cortés y su ejército se encontraban en Tlaxcala, y desde allí observaron el imponente volcán. Los indígenas les informaron que la montaña se llamaba Popocatépetl, que significa "montaña humeante".

En ese tiempo, la montaña era vista como un lugar sagrado y peligroso, habitado por deidades. La autorización de Cortés para que Ordaz y sus hombres subieran al volcán tenía un doble propósito: demostrar el valor y la superioridad de los españoles y explorar la posibilidad de obtener azufre para la fabricación de pólvora. La expedición se convirtió en un símbolo de la audacia y determinación de los conquistadores, desafiando a la naturaleza y también las creencias de los pueblos indígenas.

Desmitificación de la Montaña

La ascensión de Diego de Ordaz al Popocatépetl jugó un papel crucial en la desmitificación de la montaña entre los pueblos indígenas. Antes de esta hazaña, el Popocatépetl era considerado un lugar sagrado y temido, hogar de deidades poderosas y peligrosas. Los indígenas advertían que cualquiera que intentara subir sería destruido. Sin embargo, la exitosa expedición de Ordaz y sus hombres desafió estas creencias profundamente arraigadas.

Al regresar sanos y salvos, los españoles demostraron que la montaña no era invencible y que sus dioses no eran tan poderosos como se pensaba. Este acto reforzó la percepción de superioridad de los conquistadores. También minó la confianza de los indígenas en sus propias creencias y deidades. La desmitificación del Popocatépetl ayudó, por tanto, a consolidar el dominio español y a cambiar la percepción de la montaña y de los conquistadores entre los nativos.

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Referencia principal:

Diego de Ordaz y la ascensión de los conquistadores al Popocatépetl por Xabier F. Coronado