El tiempo modifica el conocimiento. Lo que se sabe tiene personalidad propia de acuerdo a su contexto histórico. No permanece igual, su interpretación cambia. Y, sin embargo, algo sumamente particular se desprende de esa afirmación: aquellos que poseen el conocimiento no cesan de existir.
El maestro, ser portador del saber, es similar a un vehículo inmutable. Viaja en el flujo del tiempo sin modificar más que las palabras que comparte. Su habilidad característica es la de entender e interpretar con el fin de poder explicar. Es por ello que, de cierta manera, podemos referirnos a ellos como pioneros e incluso como exploradores.
Conquistan nuevos mundos y transmiten esa experiencia de generación en generación. Necesitan dominar su oficio, sólo así pueden sentar las bases de toda novedad. Cada cultura y disciplina tiene sus precursores, sus maestros, los ejemplos que pavimentaron el camino para aquellos que decidieron seguirlos. En el frío de la altura, el alpinista/montañista Reinhold Messner es uno de esos maestros.
Montaña prematura
Por lo general, un maestro domina lo que predica y, a veces, crea algo nuevo sobre lo que ya sabe. Explora, critica y desafía el orden preestablecido. Reinhold Messner logró hacer eso mismo dentro de la disciplina del alpinismo.
Nació en Bressanone, Italia, en el año de 1944. Fue criado en una zona escabrosa de habla alemana cerca de los Alpes. Conocía la paz de la altitud desde pequeño. Desde los trece años, su padre lo entrenó en el arte del montañismo.
El montañismo tiene que ver con escalar terreno de una complejidad alta y, por lo general, en dirección vertical bajo condiciones climáticas radicales. Reinhold, con solo trece primaveras en su haber, ya había hecho diversas escaladas sumamente complicadas.
Tenía en la sangre el impulso innato de la adrenalina y las alturas. Su joven vida ya estaba rodeada de adaptación a la intemperie, el patio de juegos eran los propios Alpes.
El escalador alpino
Los años transcurrieron y la innovación también. Messner fue uno de los pioneros, a nivel mundial, en diferenciar entre lo que le enseñó su padre y la disciplina del alpinismo. El montañismo involucra un terreno escabroso y vertical mientras que el alpinismo se conforma por equipos de tres o cuatro personas cuyo propósito es la velocidad.
La montaña se convierte en un reto distinto. El peligro permanece pero el objetivo es empujar al límite la capacidad del alpinista, del humano, de aquel que se enfrenta contra su propia mente. La condición física es fundamental y el conseguir el menor tiempo posible se traduce en un nuevo obstáculo por superar. Reinhold llevó esto a un nivel de competitividad impresionante. Sus logros hablan por sí mismos.
Los catorce picos
Durante la década de 1960 el estilo alpinista de subir montañas tomó impulso entre los escaladores gracias a Messner. Perfeccionó su técnica en la práctica para lograr lo que nadie había logrado: escalar los catorce picos más altos del mundo.
Parte del éxito de Reinhold viene de su cercanía con la montaña durante su infancia pero también de la fuerte voluntad que demostraba todo el tiempo. No existen límites y si no hay límites, todo es posible.
La muerte como conocimiento
Sin embargo, la lucha por anular cualquier límite tiene un precio. El desgaste físico es una constante, el peligro jamás duerme y la muerte se esconde detrás de cada paso y piedra. Eso es parte de la aventura, sin la conciencia de riesgo, nada sabe igual.
En 1970 Messner fue el primero en subir la cara sur de la montaña conocida como Nanga Parbat, en los Himalayas. Lo acompañó su hermano Günther, quien lo había seguido en su nueva filosofía alpinista.
La naturaleza es contingente y la inconmensurable mezcla de piedra con tierra de donde emergen las montañas es la manifestación de esto. Todo puede ocurrir. Durante el descenso, Günther se perdió en una tormenta y murió. Messner apenas y logró salir con vida. Sólo sufrió la pérdida de algunos pedazos de los dedos de los pies debido al frío.
La montaña cobró una vida, Reinhold perdió a su hermano. Existe una lección en ese suceso. Messner se hizo más fuerte, no dejó a la montaña, al contrario, ésta creció en él para seguir luchando contra él mismo. Aprendió y su número de hazañas continuó aumentando.
Oxígeno y Everest
El pico soñado de todo aficionado de la montaña es el Everest. La popularidad del alpinismo como un deporte de calibre mundial proponía un nuevo reto de ascenso. Subir con poco equipo y velocidad en contra de los hechos establecidos.
Se pensaba que era en extremo peligroso y casi imposible subir el Everest sin equipo de oxígeno debido a la prominente altura. Reinhold fue el primero en llegar a la cima sin ningún tipo de equipo y en solitario en el año de 1980. Con la memoria de su fallecido hermano detrás, logró lo imposible.
Parece entonces que la voluntad requiere de fuerza mental-corporal. Messner no habría podido alcanzar tales alturas sin el placer y pasión de volverse uno con la montaña. La única manera de lograr eso es actuando. Es necesario salir y tocar la naturaleza que ya no existe cerca de nosotros.
Reinhold vivía junto a los Alpes, tuvo un contacto prematuro con las alturas, eso lo ayudó a moldear su futuro y respetar lo que ello implica. Nadie puede conocerse mejor sin probarse con su origen natural. La aventura llama, sólo se tiene que aprender a escuchar el llamado.
NOMAD es el hogar de los aventureros, su cultura, su credo y su manifiesto. Actúa. Sube. Diviértete. Alcanza el cielo y adquiere sabiduría. Sé tu propio maestro. Sé un NÓMADA como Messner.
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