Pensamiento crítico

Nietzsche y el Eterno Retorno de la aventura

July 30, 2024
Pensamiento crítico

¿Qué es el eterno retorno?

La doctrina del eterno retorno es un concepto oscuro dentro de la filosofía de Nietzsche, a pesar de su fuerte presencia dentro de la misma. En la mayoría de sus escritos sólo se refiere de forma indirecta, y a veces aforísticamente, a la propia doctrina.

Pero no se encuentra una explicación concreta sino alusiones fragmentadas que nos ayudan a construir la idea que a Nietzsche tanto le entusiasmaba y atormentaba al mismo tiempo. Lo primero por la originalidad de la aplicación de la doctrina y lo segundo por lo que esa aplicabilidad implica en la vida misma. Es bajo estos dos elementos que explicaré el eterno retorno, respectivamente.

Nietzsche ya conocía desde muy joven la idea del tiempo como un ciclo que retorna. Su formación filológica clásica le muestra cómo esta idea aparece en civilizaciones antiguas y en variadas creencias religiosas. En sus primeros años escribiendo textos, alude a la doctrina.

Ya tiene una presencia dentro de su pensamiento, más no la desarrolla con la fuerza con la que se conoce hoy hasta el año de 1881. La inspiración le sobrevino paseando en Sils Maria.

Durante éste tiempo, Nietzsche se dio a la tarea de estudiar varias obras científicas en torno a la astronomía, física y biología. Cuando la idea del eterno retorno re-aparece con la potencia con la que lo hizo, se complementa con el bagaje científico, le provee de evidencia.

Nietzsche se dio cuenta que la primitiva idea del tiempo como un ciclo que se repite eternamente, tenía validez y evidencia dentro de las ciencias físico-matemáticas fuertes de la época. Entonces, en un primer momento, el eterno retorno tiene una explicación conceptual basada en lo que dice la ciencia.

Ciencia retornada

Bajo ésta óptica, el eterno retorno es la comparación entre lo limitado y lo ilimitado. Lo que nos dice la ciencia es que el universo tiene una cierta cantidad de fuerza, lo cual genera energía. Pero ésta fuerza es limitada y eventualmente se va acabar.

El tiempo, en cambio, es infinito. Por lo tanto, si el tiempo es infinito pero la fuerza material del universo no, podemos suponer que todas las posibles combinaciones de fuerzas materiales que pudieran haber sucedido, ya sucedieron porque el tiempo siempre está. Mientras lo material del universo y su fuerza termine, el tiempo sigue y se repite bajo las mismas combinaciones.

En principio, podríamos decir que lo que se está haciendo ahora, ya se hizo de la misma forma y se repetirá bajo esa misma combinación, esto bajo las rígidas leyes de la física. Nietzsche amplia esto, ya que la doctrina no es sólo cálculo frío y cuantitativo, también es cualitativo.

Se tendría que hacer una conversión del cálculo matemático sin vida a lo cualitativo de la vida. Esto sabiendo que la filosofía nietzscheana siempre apela a la dignidad monstruosa y dionisiaca de la naturaleza como tal, una naturaleza que, en muchas de sus partes, escapa a las explicaciones científicas. Es aquí donde está la originalidad de la aplicabilidad del eterno retorno.

Nietzsche parte de la ciencia para dar estructura proposicional a la doctrina, pero también ve a ésta como un medio pragmático que re-configura la vida. El individuo que está dentro de este tiempo infinito, tendría que vivir una y otra vez lo mismo que ha vivido.

Lo interesante de esto es que la conciencia no reconocería la repetición. Entonces, cuando se vuelve a vivir lo mismo, la conciencia lo toma como siempre nuevo y cada una de las eternas repeticiones serán tomados siempre como nuevos comienzos bajo ese respecto. Las implicaciones de esto en el individuo se traducen en vivir sabiendo que aquello que sucede ya se vivió pero ¿qué implica saber que lo que sucede es sólo una eterna repetición?

Los dados de Deleuze

Deleuze ve la eterna repetición como una tirada de dados. Sólo hay dos dados pero bastantes combinaciones. Hay azar con multiplicidad y regularidad con la univocidad. Sería lo múltiple del resultado posible junto a lo definitivo del resultado final.

Ambas no se excluyen sino que se afirman cuando se lanzan los dados. Nietzsche afirma el azar y dentro del azar está el destino también, el destino como parte necesaria del azar.

Por lo tanto, cuando se lanzan los dados, se combinan todas las posibilidades sin orden hasta que caen los dados y un número es definido. Ese número es la conjunción de las fuerzas del azar en su afirmación ya constatada, sería el destino pero no como finalidad sino como necesidad del azar mismo. Ese destino se repite eternamente.

Para Nietzsche, es absolutamente fatal esta conclusión pero también inmensamente esclarecedora. El individuo sumergido en ésta lógica, no tiene otra alternativa más que apropiarse de dicha repetición eterna.

Es decir, tiene que amar la conjunción de fuerzas azarosas que arrojaron un destino en necesidad, uno que eternamente se va a repetir. Lo que suceda en la vida del individuo ya sucedió, por tanto, suceda lo que suceda, tiene que tener las fuerzas de aceptar y amar eso ya que no pudo haber sucedido de ninguna otra forma. 

El individuo tiene que aceptar que lo que pase, fue por mano propia y de nadie más. Él tiene que quererlo de esa forma y que será siempre así por su voluntad. Se hace, de alguna forma, responsable de lo que suceda, sin echar mano del destino como justificación.

Es por ello que el destino se entiende como necesidad del azar y no como finalidad. Un pensamiento, que si se acepta y se apropia, en sí mismo transforma la configuración de vida de cualquier individuo. 

¿La aventura podría funcionar como un eterno retorno?

Salir de la zona de confort para experimentar el silencio de la naturaleza solo ocurre cuando se hace una decisión voluntaria. No puede ser algo obligatorio. Sin embargo, cuando alguien decide hacerlo, cuando alguien elige subir una montaña o explorar una cueva, algo sucede en su cerebro. 

Hay un retorno, incluso cuando hubo un sufrimiento intenso por el cansancio, el calor o la propia incomodidad que la naturaleza produce a falta de los lujos mal acostumbrados de la ciudad. ¿Por qué ocurre esto?

La decisión de regresar, similar a lo que desarrolla Nietzsche, tiene que ver con una especie de adicción voluntaria. Es decir, el cerebro se enamora de las endorfinas, de la adrenalina y el aventurero principiante regresa por amor a ese sentimiento. Su vida cambia.

A la larga, deja de importar el destino. El camino recobra una importancia fundamental. Cada salida, cada acampada, expedición y ascenso ocupan el lugar del azar dado que ninguna será igual que la anterior.

La única constante yace en el regreso con tal de revivir ese sentimiento catártico de liberación. El estrés desaparece, la ansiedad jamás se manifiesta y el presente se libera. Sin importar lo que ocurra, el aventurero novato retorna eternamente sin pensar que aquello pudiera haber sido de cualquier otra forma.

Lo que ocurra bajo la tormenta de la montaña, en la lluvia o en la adrenalina de un rappel no podría ser de otra forma. Siempre ocurrirá el mismo sentimiento a pesar de que la aventura sea completamente diferente. 

El aventurero tiene la decisión y por eso es que revive lo que siente cuando sale de la comodidad. La ciudad mitiga los efectos del retorno a la aventura, puede que ahí se encuentre la pretensión de eternidad. Nadie quiere rutina porque deseamos el eterno azar de la naturaleza.

Se tiene que amar la decisión y disfrutar sus efectos. Retornemos eternamente a la aventura. La sorpresa nos espera en el mismo lugar cuando se manifieste de una forma completamente distinta.

Y, después de milenios, cuando el tiempo vuelva a empezar, el aventurero reaparecerá para tomar las mismas decisiones, subir las misma montañas, bajar por las mismas cuevas, vivir los mismos campings y amar su decisión. Aquellos son los verdaderos nómadas, los que se movieron sin arrepentimiento a pesar de que su vida tenga que repetirse eternamente.

Referencias

1.Deleuze, Gilles. Nietzsche y la filosofía. Barcelona: editorial Anagrama, 2002.

2.Nietzsche, Friedrich. Así Habló Zaratustra: Un libro para todos y para nadie. Madrid: Alianza editorial, 2017.

3.Safranski, Rüdiger. Nietzsche: biografía de su pensamiento. Tusquets Editores, 2010

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